Reseña de «Pájaro Criollo» por Alba Lunari*

 Reseña de «Pájaro Criollo» por Alba Lunari*

Trepa por las ramas de este árbol, una nueva colaboración que celebramos, pues se trata de la belleza de la palabra puesta al servicio de la narración/descripción de una obra teatral y todo lo que ella invoca. Por primera vez, un texto de Alba Lunari, que describe la técnica pero también la emoción, la escena, el despliegue y las diferentes sensaciones que «Pájaro Criollo» la obra interpretada por nuestra querida Anto Rimoldi, deja en el espectador. Como siempre decimos, una obra de arte solo es completada cuando los espectadores deciden contemplarla, vivenciarla. En este caso, queridos lectores del árbol, si aún no han visto Pájaro Criollo, sirva esta reseña de Alba a modo introductorio y de invitación. Pasen y lean, disfruten como nosotros y después nos cuentan.

RESEÑA DE PAJARO CRIOLLO:

La obra “Pájaro Criollo: biografía ficcional de la actriz y aviadora Myriam Stefford” tiene la potencia de un acto de despegue. Explorando la fuerza física hasta el límite de lo humano, nuestra Myriam escenificada buscará salir volando de esta realidad para comunicarse con el más allá. Inventarse, como quimera o fantasma, por el cielo argentino. Tras un año de trabajo compositivo, donde se ha involucrado un equipo extenso de personas para llevar a cabo un unipersonal profundo y estéticamente complejo, lo que se puede ver es la calidad del teatro calamuchitense en toda su extensión. El equipo de cabina de esta aeronave ficcionalizada se compone con Agustina Chiarella en el rol de entrenadora, Hernán Rimoldi como proyeccionista, música original compuesta por Mauro Audisio y el maquillaje realizado por Car Pérez. Finalizan nuestra piloto actriz Antonela Rimoldi y la directora Stefania Rossi.

Antonela no solo ha producido en esta obra un trabajo magnifico, sino que da cuenta en su biografía actoral, y la de sus compañerxs de ruta, de una gran experiencia en gestión, producción y actuación. Como ideadora original, parece estar presente en todas las decisiones, lo que confiere integridad y síntesis en una obra que da cuenta de un estilo personal muy marcado. Es de destacar que a pesar del alto grado de complejidad técnica de la obra, el equipo funciona de forma coherente y permite salvaguardar el sentido narrativo incluso en las escenas más dramáticas. En los tres espacios donde se presentó se logró una puesta de nivel.

Pájaro Criollo transcurre como una fabulación onírica de la protagonista en dos facetas: quien narra sus propios sucesos y vida con la furia de la juventud; y quien revisitándolos ya muerta encuentra las razones del fatídico final, hablándonos más allá del silencio impuesto por el mausoleo. La forma y la intensidad con la que un plano irrumpe en el otro genera un ritmo frenético, que nos deja como expectadorxs en la pregunta permanente ¿qué Myriam me habla? ¿la viva o la muerta? ¿la actriz o la aviadora?

Con una duración de algo menos de una hora, pájaro Criollo no requiere paciencia, sino curiosidad. Punto para el teatro, aun nos da la posibilidad de tener experiencias compartidas sobre las cosas que nos cruzamos todos los días. Durante los preparativos a la puesta en escena y su promoción, no habrán sido pocos que al ver la cartelera pensaron “ese monumento lo conozco”. Considero Pájaro Criollo un gran lugar para darle significado a un monolito que irrumpe una de las autovías más transitadas de la provincia de Córdoba.

Con un lenguaje escénico que invade todos los rincones de la sala, se genera una situación teatral rupturista. Teatro de irrupciones y de los fenómenos sensibles, en varias oportunidades pareciera que la iluminación y las proyecciones se te vienen encima. Invade la desgracia en el teatro. Se cae a pedazos nuestro Chingolo. El uso de proyecciones, lejos de ser una forma tecnológica de resolver la puesta, participa activamente montando escenarios, creando diálogos entre imagen y palabra, presentándose a la vez como visor a la imaginación de Myriam y telos definitivo en dónde el antagonista hace aparición.

¿Quién es el anverso de Myriam? no es Baron Biza, cuya figura ha sido revisitada infinitamente en el último lustro. Pero tampoco no es él. La obra puede leerse como una revisión histórica desde el punto de vista feminista. Propongo que quien la especte, si tiene oportunidad, vaya con esos lentes bien pulidos, es increíble lo que puede leerse cuando una está dispuesta a sentir.

Lo interesante de plantear dicha hipótesis al comienzo de la obra es que permite repensar el rol del esposo de la difunta Myriam, como una figura esquiva y como significante fantasmagórico. El deseo de volar es a la vez la condición de sujeción para cumplirlo ¿qué se necesita para actuar? Ponerse a disposición de la mirada de lxs otrxs es en sí mismo un gesto a la vez rebelde y sometido ¿Quizás para cumplir los sueños se requiere renunciar a demasiadas cosas? La aparición del tótem-mausoleo sobre la ruta que conecta Córdoba con Alta Gracia, impacta y genera terror. He ahí el fin del significante, todo dicho para quién incluso la más cómoda de las metáforas le parece demasiado compleja. El triunfo del falo que ocupa y sepulta la figura femenina, cuya hazaña, más allá de los mandatos cortesanos de su clase social, aparece desdibujada. Myriam, la mujer que está ahí, enterrada, con su riqueza y sus sueños hechos trizas a cientos de kilómetros contra el piso revive y habla, y lo que tiene para decir no reconforta.

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*Alba Lunari. Poeta, lesbiana, investigadora. Nació en Río Tercero un año y medio antes del atentado. Se dedica a la investigación social en artes como becaria doctoral en CIT-UNVM. En poesía publicó Mi Primer Verano en Cementerio Parque (2016 a.t.e.o.) El Peor Cine de Todos (2017 apulmon) Manual de Micro chamanismo (2018 a.t.e.o.) Los Orales (2023 Cabecita Negra) y varias plaquetas. Participa activamente de la escena poética cordobesa. Amiga de sus amigxs, enemiga del capital.

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