No es «ODIO» todo lo que reluce en el nuevo album de Sergio Rotman*

 No es «ODIO» todo lo que reluce en el nuevo album de Sergio Rotman*

*Por Maxi Carranza

El músico y compositor de rock argentino de 57 años no necesita grandes presentaciones. Siempre fue y será un Cadillac, aunque no forme parte del actual proyecto, ya que estuvo  desde las primeras épocas y aportó 17 temas a la exitosa agrupación. Entre ellos se destaca el emblemático “Siguiendo la luna”, un clásico inoxidable de Los Fabulosos Cadillacs. Además, en su carrera formó los grupos Cienfuegos, El Siempreterno, Mimi Maura y Los Sedantes, hasta que en 2019 decidió -muy a su pesar- ser solista con el disco titulado Rotman, así a secas. En esta temporada, ese camino tuvo su segundo opus con el álbum Odio, editado a través de Canary Hifidelity, el sello creado con su pareja Midnerely Acevedo (Mimi Maura). El material cuenta con 11 canciones de corte postpunk y sin dudas será uno de los mejores trabajos rockeros de este 2021. Tras la flexibilización de los espectáculos en vivo, Odio tuvo su presentación en los primeros días de este mes, con una serie de fechas en StrummerBar,  pub de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Un paréntesis es necesario aquí para contar que hace apenas unas semanas, Rotman anunció por sus redes la salida de un single llamado La Oscuridad, nada más y nada menos que del Indio Solari, excelente versión que ya puede escucharse en plataformas como Spotify, Itunes y Apple Música. Ahora sí, la nueva etapa de Sergio Rotman tendrá continuidad desde un escenario y la alegría de tocar dejará atrás buena parte del odio  pandémico. En contacto con El Árbol Cultura, el artista habló de su reciente álbum y repasó diferentes aspectos de su extensa trayectoria.

Siempre dijiste que no querías ser solista y formaste bandas, ¿ya estás familiarizado con ese rol  en este segundo disco?

-Para nada. El proceso que hice se vio trunco porque edité mi primer disco solista en noviembre de 2019, hice un show en febrero de 2020 y cataplán: la pandemia me  mandó a mi casa y entonces hice otro disco. Mi idea para el 2020 era tocar cuanto pudiera  a fin de lograr ese rol que es el de cantante solista que usa su nombre. Sentía que iba a necesitar mucho más tiempo para entender mi rol nuevo que el que necesité para Cienfuegos, Siempreterno o Los Sedantes. En todos esos procesos fue mucho más sencillo. Esta vez te diría que los shows que hice no me gustaron y después de tanto tiempo me doy cuenta cuando doy un show bueno o malo. No tengo problema en ser crítico de mí mismo. Me di cuenta que me faltaba un montón a pesar de tener 37 años de carrera, haber lidiado con cinco bandas y  tocado en escenarios de todo el mundo.

La fe ciega – Los sedantes

Sin dudas es otra responsabilidad y un desafío salir con tu nombre al frente del proyecto.

-Cuando vas con tu nombre pasan cosas muy distintas que  cuando sos parte de un grupo. Me di cuenta con esos shows que hice en Niceto, que no era tan fácil para mí como solista llevar canciones de mi repertorio con otras bandas, como pensaba. Es algo que parece obvio pero cuando lo vivís en carne propia es diferente. Lo mismo me pasó con el Siempreterno, Los Sedantes y Los Cadillacs, cuando toqué temas de esas bandas con mi nombre había cosas que tenían que ver con la energía que se producía en el escenario. Necesitaba un disco nuevo y ahí entra Odio. Los dos discos solistas  están truncos porque son proyectos a los que no estoy acostumbrado. Lo cual no deja de ser divertido porque con 37 años de carrera vuelvo a sentir que no estoy en un terreno seguro. Eso es muy intimidante y a la vez emotivo, que no te conviertas en un oficinista.

Le hiciste un tema, “Hannett”, al productor de Joy Division  y ahí tocan como invitados  los chicos del grupo NormA, de La Plata.

-La verdad es que no soy un compositor muy prolífico, no soy Calamaro. Me encantaría ser como Andrés y escribir mil canciones o como Vicentico pero no puedo hacer eso. Trabajo ideas muy concretas y por eso tengo presente en una canción a Martin Hannett y lo nombro. Era un personaje muy impactante, su vida  es una historia en sí misma y sobre todo para los que les gusta el rock alternativo de los ochenta. A los NormA los vengo siguiendo desde que comenzaron y hace como dos años me invitaron a tocar en vivo. Tenemos muy buena onda y fue muy natural grabar con ellos.

Más allá del título del álbum, Odio termina con una canción que habla de amor como “Finalmente”. 

-Evidentemente este repertorio, salvo ese tema, fue compuesto para este disco. Entonces hay algo en común y una búsqueda de expresar los sentimientos más profundos que tengo. Me encuentro con esas argumentaciones que todo el tiempo chocan entre sí, porque lo que hago es hacerme preguntas más que dar respuestas. Odio posiblemente lo podría haber sacado con un signo de pregunta, hubiera sido más creativo. Me parece que la palabra tiene  mucha fuerza per se y se aguanta cualquier tipo de cuestionamiento que yo le haga. Veremos, estamos en un momento muy loco, no puede ser muy certero porque nadie sabe que va a pasar.

Sergio Rotman y MImi MauraSONY DSC

Sos uno de los pocos que no idealiza, a la distancia, la movida rockera de principios de los ochenta en Buenos Aires, con el fin de la dictadura y el comienzo de la democracia.  

-Había  un factor muy pesado que era la policía federal argentina, que  siempre te esperaba afuera de los recitales y no era la policía de ahora hermano. Eran un chabones que no les importaba pegarte un tiro en la nuca y tirarte en un camión. Veníamos de siete años de dictadura. El que  dice que los ochenta fueron espectaculares, la pasó bárbaro y los extraña es porque nunca estuvo en esa época. No es que fuera todo horrible pero era todo difícil y no tenías rédito inmediato como ahora. El rock and roll no era algo aceptado por la sociedad, que te decía que lo que hacías era una mierda. Un bajón, tenías que luchar. Todos dicen: ‘Uh el Café Einstein’, ¡éramos cuatro ahí! Cuando había mucha gente había 14. A Sumo en el Einstein lo vieron como 4000 personas, según se dice. Estuve en la mayoría de los shows de Sumo y éramos 15. Además, no ganaba un sope, que no era lo importante porque a esa edad y en ese momento uno no esperaba ganar nada. Te hablo entre el 81 y el 84, después con Soda y Virus se empieza a abrir un camino claramente. Y los Cadillacs inmediatamente después  enarbolamos esa bandera de que el rock vaya a la discoteca, que era donde había actividad y más gente que te escuchaba. Complejos los ochenta, romantizar eso no significa banalizarlos.

Sé que en tus comienzos rockeros leíste bastante en las bibliotecas anarquistas, que además era uno de los pocos lugares donde los dejaban entrar siendo punks. En la actualidad, ¿qué tipo  de obras seguís leyendo?  

-A partir de los 14 años leí los libros que teníamos que leer y cuando tuvimos que hacerlo. Y digo tuvimos porque era parte de un grupete de punks de zona norte de Buenos Aires, nihilistas y oscuros, donde nos pasábamos los libros de uno a otro y debíamos instruirnos. Saber tanto como el del lado para poder hablar. Si no había leído a Artaud como ibas a hablar de él, si no escuchaste a Bela Bartok como ibas a opinar. Había una necesidad de cultura solo para estar a la altura del tipo que estaba al lado tuyo. Era como competitivo, después a mediados de los  ochenta con la aparición de los anarcoquilomberos esa costumbre de discutir políticamente desapareció con Flema y esas bandas. En realidad, los primeros punks quedamos como unos blandos que terminábamos siendo unos señores que leían libros. En cambio, esos pibes rompieron todo y llenaban Cemento, no como nosotros que a duras penas llegábamos al Parakultural

¿Cómo te llevás con los nuevos canales de difusión de la música?

-Ese cambio en la forma de consumir no es obligatorio, es para los pibes pero si tenés más de 40 años no es obligatorio que entres en el mundo de los jóvenes. Las bandejas de vinilo y los CD siguen haciendo lo que hacían antes. Es una discusión que tengo siempre con el mundo moderno, que es una mierda. Dejáselo a los chicos. Somos pocos los que nos quedamos rockeándola y tengo la suerte de vivir de esto. Otros no saben hacer otra cosa.  Si no entendés Spotify no pasa nada, poné el CD que tenías antes. Es lo mismo de siempre: cuando apareció la música disco, era inmensamente más popular que Duki y todos estos reggetoneros del mundo  juntos. Como entró a las casas fue infinitamente más grande que lo que pasa ahora y nos quejábamos de eso. Pasa lo mismo, la juventud trae su música, la pone en los  lugares de venta,  porque son los que compran esa gilada y es lo mismo siempre, no hay grandes cambios.

Rotman con Los Fabulosos Cadillacs

¿Cuál es tu época preferida con Los Fabulosos Cadillacs? 

-Para mí la época de El león y Rey azúcar con Vasos vacíos en el medio fue muy emocionante porque habíamos fracasado. Veníamos de un éxito muy grande de mediados de los ochenta, después vino la hiperinflación y tuvimos que volver para atrás. Cuando a una banda le pasa eso es muy difícil rearmarse. Solamente los que tienen mucho para dar y decir pueden salir adelante. Y el renacer de los Cadillacs del 96 en adelante es para armar un libro eso solo porque fue increíble. Rey azúcar fue el punto que más me emocionó y ese proceso del 92 al 97 con la grabación de Fabulosos Calavera lo considero inolvidable.

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