Ernaux y Andruetto, unas mujeres
Una nueva entrega de la colaboración de Sergio Colautti entre las ramas de este árbol inicia la temporada de invierno al abrigo de las letras, tiene en esta oportunidad a grandes mujeres como protagonistas. Estas imprescindibles de la cultura y literatura son una cordobesa (Andruetto) y una francesa (Ernaux) que tejen sus redes literarias retratando tiempo/espacio/personajes llegando a lo más profundo de los vínculos.
«Un texto que cruza las novelas de Ernaux (Una mujer) y Andruetto (Aldao). la memoria, las madres, las hijas, el lenguaje… interesantes novelas de «unas mujeres» imprescindibles.» Dice Colautti y nosotros disfrutamos del hilván que este autor riotercerense logró trazar entre las dos. Seguramente ustedes también. Pasen y lean…
Apuntes sobre el orden narrativo y la verdad
Ernaux y Andruetto, unas mujeres
“La distancia de rescate está tan tensa que no creo que pueda separarme más de unos pocos metros de mi hija”
Samanta Schweblin
Atando y desatando la trama de su propia memoria, Annie Ernaux, en Una mujer (1) intuye que hay una relación entre el modo en que se despliega su narración y la verdad:
“Al principio creía que escribiría deprisa. De hecho, paso mucho tiempo preguntándome por el orden de las cosas que decir, la elección y la disposición de las palabras, como si existiera un orden ideal, el único capaz de restituir la verdad concerniente a mi madre –pero no sé en qué consiste esa verdad- y nada más cuenta para mí, en el momento en que escribo, aparte de ese orden.” (2)
Si en el lenguaje narrativo late un orden invisible que cobija la verdad de la trama y la memoria, la escritura, entonces, es el arduo trabajo que escarba, lima y descubre esa relación dotándola de sentido. Narrar es significar.
“Esta forma de escribir, que me parece ir en el sentido de la verdad, me ayuda a salir de la soledad y la oscuridad del recuerdo individual, por el descubrimiento de un significado más general. Pero siento que algo en mí resiste, querría conservar de mi madre imágenes puramente afectivas, calor o lágrimas, sin darles un sentido” (3)
Narrar, para Ernaux, es esa operación que construye los andamios de la comprensión, que recoge lo “puramente afectivo” para que pueda ser aprehendido por las palabras. Este dispositivo, claro está, es del orden de lo literario, un cosmos del lenguaje en significación.
Aldao, de María Teresa Andruetto, reitera la interrogación que domina el texto de Ernaux: cómo ordenar lo narrado para que la memoria dibuje las formas de una verdad. Vuelve sobre el espesor de la historia propia, también sobre las madres, las hijas, los sitios de la resistencia y el agobio. Aldao es también una pregunta sobre el modo de ordenar las napas de la narración para que diluciden la memoria, esa opacidad que el lenguaje deja aflorar para entender.
En Andruetto, también, narrar es significar:
“Iban y venían autos del ejército y de la policía, y también dos autos particulares, pero lo que más me perturbó fue la voz de uno que acompañaba al que dirigía el operativo, esa voz que nombró algo a los gritos era conocida, retumbaba en mi memoria, me rondaba la conciencia y no lograba apresarla. Abría la ventana para apresarla mejor y sí, era nomás mi compañero de estudio en Trabajo social, mi más amigo en el tiempo que estuve en la carrera.” (4)
La estructura narrativa elegida para esta novela es en sí misma una interrogación sobre el vínculo que explicaba Ernaux; la prosa inicial de Aldao, de compacta densidad, deja ver el drama de la represión sin necesitar referencias contextuales: se detiene, como en la cita anterior, en los recovecos de la tensión individual, mínima, en el temblor de los sitios secretos, los escondites de la supervivencia, como los del hotel donde se focaliza la palabra madura y conmovedora. Pero luego, en los dos capítulos que se titulan del mismo modo, “Diana”, una narración con aliento poético que decide dejar palabras solas en el final de los párrafos, se pregunta, al comenzar a escribir: “¿Cómo empezar?”, en el mismo tono y registro de Ernaux cuando revisita la vida de su madre muerta.
¿Qué escriben Ernaux y Andruetto, excavando en los registros de una memoria que entreteje lo personal y lo colectivo, pero también los pliegues de lo ficcional con las esquirlas de la realidad?
“Esto no es una biografía, ni una novela, naturalmente, quizás algo entre la literatura, la sociología y la historia. Mi madre, nacida en un medio dominado, del que quiso salir, tenía que convertirse en historia, para que yo me sintiera menos sola y falsa en el mundo dominante de las palabras y las ideas al que, según su deseo, me he pasado” (5)
La referencia metadiscursiva interpela las posibilidades del lenguaje literario, lo hace temblar para decir otra cosa. Escritoras mujeres narran la memoria de sus madres, vuelven sobre las existencias propias y ajenas, intentando construir un sentido que se propone como resistencia:
“Atrapo estos retazos esquivos de memoria, destellos que tan pronto se disuelven en la vida que nos queda. De modo que soy esa que está ahí, chapoteando en el agua sucia. Soy esa y aunque no sepa siquiera a dónde voy, a dónde iremos todos, sé de dónde vengo.
De ahí, de esa mugre.
Y también de esa luz.” (6)
Aldao repasa otras resistencias significativas, como la de Roquina, esclavizada y escondida en un manicomio. Y el manicomio como símbolo de la tensión entre la locura y la opresión; y la resistencia lúcida de un médico, Cannesa, situado en el pliegue entre psiquiatría y revolución. Otra vez, la narración cruzando los registros de lo real, lo histórico, lo literario; una prosa dejándose atravesar por la tragedia y el deseo.
La historia de Roquina aparece, otra vez, como memoria de las madres:
“Dice haber parido a su hija en el campo, entre los perros, con pavor de que éstos le devoraran la criatura, y así dio a luz una niña que había empezado a crecer dentro de su cuerpo, desde la noche que Lilican que era dueño de todo y de todos, la tomó para sí y al saber que estaba embarazada, la echó y dijo que estaba loca y ella tuvo que largarse al campo…” (7)
La memoria es la certeza del origen que el lenguaje rescata y cobija. La narración es la que trama y significa lo que fue para resistir la incertidumbre de lo que vendrá.
Sergio G. Colautti*
- Ernaux Annie, Una mujer, Cabaret Voltaire, Bs As: 2022.
- Ernaux Annie, op. cit. Pág. 45.
- Ernaux Annie, op. cit. Pág. 54.
- Andruetto María Teresa, Aldao. Random House, Bs As: 2023. Pág. 34.
- Ernaux Annie, op. cit. Pág. 108.
- Andruetto M. T., op. cit. Pág. 215.
- Andruetto M. T., op. cit. Pág. 146.
*Sergio G. Colautti Escritor argentino (Río Tercero, Córdoba, 1959). Fue docente de literatura desde 1983 hasta 2020. Ha publicado el libro de cuentos Nada que escribir (Tinta Libre, 2021) y los libros de ensayos Apuntes sobre narrativa argentina actual (Río Tercero, 1992), La mirada insomne (Córdoba, 2005), La escritura presente (Río Tercero, 2009), El relato futuro (Madrid, 2015), Saer: la vacilación de lo real (Río Tercero, 2016) y La lectura incesante (Córdoba, 2018). Además, ha sido colaborador de medios como La Voz, Tribuna (Río Tercero), Corredor Mediterráneo (Río Cuarto), Etcétera (Universidad Nacional de Córdoba, UNC), Argus-a (Buenos Aires), Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (España) y Escritores.org (Buenos Aires), entre otros. Desde 2020 es columnista radial de MestizaRock FM (Río Tercero) Desde 2021 es colaborador de https://www.elarbolcultura.com.ar/ (Medio digital de difusión cultural de Río Tercero y zona) y participa del Colectivo Cultural y Educativo de Río Tercero.
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