El lenguaje como juego*
*Por Fernanda Juarez
Hablar de libros, recomendar literatura, leer un libro completo por el placer de leerlo y también para reseñarlo, marcar sus páginas, ir hacia adelante y volver las veces que sea necesario, las que nos gusten, forman parte de los placeres que compartimos quienes amamos el arte de escribir, la asombrosa capacidad de transportar en palabras, párrafos, páginas a otros mundos, posibles y no tantos, pero necesarios en este andar la vida.
A quien le gusta tanto la literatura como a nosotros es a Fernanda Juárez, licenciada en comunicación, escritora, crítica, docente y hoy, en El árbol cultura tenemos el placer de presentar esta reseña escrita por ella sobre el libro «Este es mi juego» de Guillermo Virues. Puede ser un buen libro para personas que les gusta escribir y enseñar a escribir, estudiantes y docentes de la carrera de Letras, lectores y lectoras desde los 12 años en adelante, chicas y chicos que están forjando su identidad con pasión artística, o que, ya forjadas, les siguen gustando las preguntas y los desafíos.
Pasen y lean esta impecable reseña de «Este es mi juego».
El lenguaje como juego
Dos elementos gráficos marcan la aproximación del lector a Este es mi juego: por un lado, el dibujo de las bicicletas en la portada y, por otro, el plano de un barrio cuyas calles llevan nombres de aviadores y plantas. Esas representaciones gráficas –cartografía desplegable y figuras en trazo fino- funcionan como indicio del tipo de viaje que Guillermo Virues planea en su primera novela. La trama se concentra en un puñado de niños que se encuentran en el umbral de la adolescencia: es decir, cuando las posibilidades de desplazamiento todavía dependen de las propias fuerzas y están circunscriptas por los límites del universo barrial – un entorno cercano y familiar en el que existen agujeros negros capaces de conducir al lector hacia lo desconocido. Como las aves cuando comienzan a aletear y logran separarse por primera vez del suelo, la narración va despegando a medida que se van haciendo visibles las marcas de la aventura fantástica y la fábula urbana.
Este es mi juego puede leerse en combo con Cien veces Rober (2021) –esta última también se ocupa del traspaso generacional, pero en vez de concentrarse en los lazos de amistad se interesa por la relación de un profesor con sus alumnos. Las dos obras de Virues -aparecidas en el lapso de un año- fueron publicadas por Casa de Papel y concebidas bajo los encantos de la edición artesanal. Se trata de libros cosidos a mano, con un especial cuidado en la impresión y una factura impecable en la encuadernación, además de una impronta autogestiva en la distribución que los sitúan lejos de las lógicas de producción masiva y las manías predadoras de las grandes corporaciones que dominan el mercado editorial.
Las escenas de Este es mi juego se desarrollan en Ciudad Jardín Lomas del Palomar, una zona ubicada al oeste del Gran Buenos Aires a la que, en 1952 se le cambió el nombre -en ese vaivén característico de las piezas que componen la toponimia bonaerense- por el de “Ciudad Jardín Eva Perón” (hasta el golpe de Estado de 1955 que revocó la modificación y volvió a la denominación anterior). Subyace en la obra de Virues un concepto sociológico que va a organizar todo el relato: el concepto de vecindad o, mejor, el interés por la influencia decisiva que tendrán a lo largo de la vida aquellos vínculos surgidos del contacto cotidiano entre personas que habitan en un espacio y un tiempo determinado, más precisamente, en la burbuja milagrosa que conforman el barrio y la infancia. Virues orienta sus búsquedas hacia esos ingredientes –afinidad, competencia, atracción- que integran la pócima mágica que se fabrica entre amigos durante la niñez y que, potencialmente, puede mantener sus influjos revitalizantes más allá de las vicisitudes y bifurcaciones en la edad adulta.
El autor camina por una cuerda –la transición entre la infancia y la adolescencia- manteniendo expectante al lector ante cada paso que va a dar y a la caza de aquello que despierta la curiosidad infantil en una etapa en la que todo es descubrimiento. Como señala Virues: “Ser furtivo en la niñez es relativamente fácil, es más adelante donde la cosa se complica y la mayoría abandonamos esa práctica”. El juego del equilibrio, entonces, se da entre una etapa que concluye y otra que comienza a asomar, a través de una serie de rituales de fin de ciclo que, delicadamente, se van a ir enlazando con otros de iniciación. Como esas hojas de carpeta que vuelan por los aires, las firmas ilegibles de los compañeros de curso estampadas en los guardapolvos el último día o las sutilezas que inventan los niños para espiar el mundo de los adultos.
El exquisito registro de la oralidad y las formas de habla de los bonaerenses constituye otro de los rasgos que refuerzan –junto con los juegos de palabras- la preocupación del autor por el lenguaje, a la vez que ponen en evidencia su condición de “llave maestra” en el proceso de construcción de la memoria colectiva. Virues se detiene en el misterio de las letras –inscripciones en la pared, letras de molde, leyendas en objetos y todo tipo de grafismos que las personas son capaces de memorizar en la infancia sin saber para qué y que sólo podrán revelar su significado con el paso del tiempo. Decíamos que las escenas transcurren en un lugar también conocido como “Ciudad Jardín”, un nombre compuesto por dos sustantivos que, al disponerse uno junto al otro, pueden modificar completamente el sentido original que cada uno de esos términos tiene por separado. Como ese juego que alguna vez inventó Guillermo Virues –en Bariloche, su lugar actual de residencia- al componer listas interminables con duplas de palabras extraídas del habla corriente de los argentinos y cuya particularidad radica en la potencia de ese enlace para disparar la imaginación –como la chispa de la soldadura- hacia lugares impensados. Casa chorizo, corte taza, maestra ciruela, pan flauta o perro salchicha son algunos ejemplos. El ejercicio ideado da cuenta de algunas de las obsesiones del autor: el lenguaje como juego y la oralidad como una fuente inagotable de inspiración y ocurrencias. Dos obsesiones que, finalmente, van a transformarse en la materia prima de su escritura.
Fernanda Juárez
Quienes estén interesados en adquirir «Este es mi juego» de Guillermo Virues puede hacerlo en las direcciones que a continuación les dejamos:
En Buenos Aires: Librería Rodríguez: en Ciudad Jardín (Los Jacarandáes 6144 ).
En Belgrano, (Cabildo 1849 gal. Gral. Belgrano) y en Villa Crespo (Scalabrini Ortíz 181).
En Bariloche, en Librería “La barca” (Mitre 534) y en Librería “Cultura” (San Martín 243).
En Dina Huapi, en Librería “El profe” (Ecuador 670).
Envíos a cualquier lugar de Argentina: consultar por mensaje privado.
Facebook: Guillermo Virues https://www.facebook.com/guillermo.virues.37
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