Cámara Gesell – por Gustavo Ramirez*

 Cámara Gesell – por Gustavo Ramirez*

Gustavo Ramirez escribe lindo, lee mucho, expresa claro y contundente. Siempre supo como acertar y como hacer visible las relaciones existentes entre las escrituras y todos los órdenes de la vida. En este caso plantea la literatura como premonición y cruza, tal como el puente que nosotros tendemos, autores y realidades, narrativas y acontecimientos contemporáneos. Saca de su inmenso acervo literario, las páginas que alguien más escribió y plantea entre ellas y su propio texto una conversación reflexiva, contundente, interesante. Hoy comparte con nosotros ese cruce realizado y nos ofrece «Cámara Gesell» un texto escrito hace tres años sobre la problemática actual de su ciudad, Almafuerte, que parte nada menos que de la lectura de la obra homónima de Guillermo Saccomano. Que lo disfruten.

CÁMARA GESELL

Ocho años hace que apareció “Cámara Gesel” de Guillermo Saccomano. Desde la primera lectura parece una postal sobre el futuro de las comunidades que tenemos la suerte de poseer recursos naturales que permitan el disfrute de la naturaleza.
En Almafuerte, con un lago que pudimos disfrutar todos durante años, parece que este aniversario nos encuentra en un punto de inflexión sobre nuestro futuro. En la novela de Saccomano toda una comunidad solo vive esperando “La Temporada”, borrando toda otra posibilidad. Pero los beneficios reales son para unos pocos. La promesa del progreso fruto del turismo funciona como un canto de sirenas y condena a los desprevenidos a caer de cabeza al mar.
Quienes pudieron explotar los paradores, fueron hasta la temporada pasada, pequeños emprendedores de la ciudad, que no solo generaban puesto de trabajo para los locales, sino que los insumos para su funcionamiento los adquirían a veinte cuadras del lago. Podemos reconocer entonces que había un “reparto de riqueza” real.
Estamos en este momento siendo testigos de cómo en muy poco tiempo esta realidad, un espacio para el disfrute de toda la comunidad de Almafuerte, se va a transformar profundamente.
Debemos romper con el mito de que el turismo genera puestos de trabajo. La realidad muestra que si hay sector donde hay una altísima informalidad laboral, justamente es éste, porque fuera de temporada no se pueden sostener los puestos laborales por el alto costo que implica, generando contratos basura en el mejor de los casos cuando no la informalidad absoluta.
Toda actividad productiva, donde la mano de obra se sostiene en el tiempo, tiende a desaparecer por generar contaminación ambiental, visual y sonora. Esto deja a merced de los empresarios del turismo una gran masa trabajadora dispuesta a entregar su esfuerzo por una paga miserable.
Un aspecto que también debe ser analizado es el referido al acceso a la tierra, ya sea para la producción de alimentos, como para la construcción de viviendas para la clase trabajadora. El aumento del precio de la tierra hace que quien trabaja en relación de dependencia ya hoy no pueda acceder a un lote para poder construir su casa, condenando al alquiler de por vida o empujando al hacinamiento a grandes sectores de la población, y este fenómeno trae consecuencias que exigen un análisis profundo y extenso. Pero no debemos olvidar que estas desigualdades son el caldo de cultivo para la aparición de la delincuencia, como uno de los aspectos que afectan a la sociedad. En lo particular, la problemática se profundiza. Y esta problemática se profundiza en las localidades en las que la tierra cotiza en dólares gracias a la suba del precio producto de la actividad turística
Y solo para nombrar algo más a tener en cuenta, ¿Cuánto tiempo le llevará a este nuevo perfil turístico en convertir al pequeño lago que hoy tenemos en una cloaca a cielo abierto?.
Y para cerrar, El poco monte que queda, puesto que la soja todavía no pudo llegar hasta la costa, ¿Sera respetado? O eso de que no se pueden talar árboles es solo una declamación vacía, sin ninguna intención de respetarla.
Y para darle un cierre a la cita de la novela, toda la construcción es cartón pintado, como en las viejas películas. Fachadas sostenidas débilmente por estructuras frágiles y que por detrás esconden un futuro muy poco feliz para las mayorías, y de grandes ganancias para unos pocos.
Debemos, como comunidad, pensar seriamente si caemos al abismo, engañados por el canto de sirenas o si somos capaces de perder la ingenuidad que pareciera sobrevolar sobre muchos de nosotros.

EL ÁRBOL CULTURA – «AMAMOS LO QUE HACEMOS, TRAZANDO PUENTES»

*Gustavo Ramirez es Profesor de lengua y literatura. Lector y escritor. Autor, entre otros textos, del audiocuento visual Capucha (2020) y de más textos y ensayos que iremos compartiendo en las ramas de este árbol. Actualmente, Gustavo vive en la localidad de Almafuerte, Córdoba. Argentina.

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